SEPTA
En la estación de Wayne, Pennsylvania, los rieles hacen a los hombres esperar mientras los trenes se empapan de inercia. Gotas benignas pero inconmensurables dan curva al silencio madrugador. Toda una hipérbole de tiempo que enero atormentó. Vientos de anchos contextos, tan grandes que parecen ser más grandes de lo que son, sonsacan los arboles, cascaras de cuerpos. Sacuden casi lloriqueando en intervalos tropezando bajo el color favorito del gris. En la estación de Wayne, Pennsylvania, nace un hotel de largas ansias donde por unos momentos se aprende a no ser gente. Pobre del niño pobre que no empacó su hule a tiempo.